sábado, 2 de junio de 2012

La huida


Mis sospechas eran ciertas. La caja (o como ella prefiere que la llamen: Tormentagedón, señor de todo lo oscuro) ha duplicado su tamaño en apenas una semana. En un intrépido intento por tomar sus medidas, se defendió hiriéndome de nuevo mi indefenso dedo meñique y dando al traste con mis planes.

Tormentagedón (que, repito, es como ella se llama a sí misma) campa ahora libremente por la república independiente de mi salón, o mejor dicho mi ex-salón, practicando bullying a los demás muebles. La tiene especialmente tomada con la mesita del café.

Pero la cosa no quedará ahí, no. Me marcho durante el largo periodo de una semana al inhóspito centro de Londres, a entrenar con un antiguo monje shaolin que ha prometido enseñarme todos los entresijos de las nobles y ancestrales artes del montaje de muebles suecos. ¡Se va a enterar cuando vuelva!



*En esta entrada hay un guiño al Doctor. ¡Minipunto para el que lo reconozca!

4 comentarios:

  1. Joder, qué miedo.

    Ánimo con el entrenamiento. Si la cosa no va tan bien como esperabas, siempre la puedes amenazar con un destornillador.

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  2. ¡La tilde en "huida" indica que vienes de otra galaxia, como el Doctor!

    ¡Es eso, ¿verdad?! ¿Qué he ganado?

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  3. Nana, lo del destornillador ha funcionado, pero no con amenazas :P

    Un saludo Frank!

    Efe, te odio un poquito. Y si, indica que vengo de otra galaxia y que además, mi corrector de word es una chufa. ¡Pero no has ganado nada!

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Cada vez que te marchas sin dejar un comentario Dios mata un gatito. Piensa en ello.