martes, 27 de septiembre de 2016


A mí me encantan las tortitas con nata y chocolate. No entiendo cómo es posible que todo el mundo no sea un apasionado de las tortitas con nata y chocolate como yo. Sin embargo, como se que -por alguna razón incomprensible- los peces prefieren los gusanos a mi postre preferido, si yo fuera de pesca en el anzuelo no pondría deliciosas tortitas si no repugnantes gusanos.

Por eso mismo en este anzuelo que es mi blog debería poneros algo que os guste a todos -las metafóricas tortitas- sin embargo, como el blog es mío y me lo follo cuando quiera, hoy me apetece hablar del que posiblemente sea el cruce de piernas más famoso del mundo. Sí, señoras y señores, hoy os traigo un pequeño análisis que he hecho sobre una de las escenas más famosas del cine: el cruce de piernas de Sharon Stone en 'Instinto básico'.  

Y para empezar quiero llamar la atención sobre una Sharon Stone que está excepcional en esta parte de la película en concreto. En unos pocos minutos consigue hace una exhibición enorme tanto del arte de la seducción y el erotismo como de psicología, que merece la pena llamar la atención sobre ella: no es raro que después de esto su carrera despegase como un cohete a la luna.

La escena, joder, la escena roza la perfección. Analicemos ya no el vídeo si no el fotograma que he escogido: se trata de una rara lección magistral de interpretación y fotografía con la que nos regalan a los espectadores toda una montaña rusa de sensaciones.

Todo en este fotograma está calculado con cirujana precisión, ya lo veréis

¿Qué evoca Sharon Stone aquí? Evoca sensualidad, sí, pero también su lenguaje corporal nos dice que es una persona cargada de confianza en sí misma a través de la postura. El cruce de piernas -milimétrico- que no enseña nada es sexy pero la expresión de la actriz nos dice: 'no soy una mujer fácil, soy una mujer fuerte con carácter'.  

El vestido es provocador pero en realidad no enseñaría nada (cuando se va a sentar se ve claramente que la falda le llega casi a las rodillas) de no ser por la postura tan perfectamente escogida, lo que delata que es una mujer inteligente que no deja nada al azar y que tiene la situación perfectamente calculada.

Y es que el propio cruce de piernas consigue ser sexy y sensual sin dar una impresión sexual ni chabacana. Joder, apuesto a que se pasó horas practicando ese cruce mientras se miraba en un espejo. No por nada se ha convertido en el cruce de piernas más famoso de la gran pantalla.

La mirada -cogida por sí misma- es clara, es honesta y expresa confianza, dominio y diversión, y sin embargo toda la escena en conjunto nos produce una sensación de vértigo en la que el espectador no termina de descifrar las verdaderas intenciones del personaje.

¿Y todo esto para qué? Para enseñarnos que la mujer -aparentemente frágil y en situación de inferioridad -encerrada en una sala de interrogatorios con varios policías es en realidad la persona que tiene la sartén por el mango. Que ella no se va a dejar dominar y que no tiene nada que ocultar. 

He intentado contagiaros -seguro que se me nota- del entusiasmo que siento cuando consigo apreciar un trabajo tan bien hecho en el cine. Y no es para menos: en mi opinión esta escena es una maravilla que merece la pena admirar de vez en cuando para darse cuenta de la enorme cantidad de trabajo que puede haber invertido en apenas unos pocos segundos de metraje. Al menos cuando se quiere dar calidad a la obra, claro. 

¿Qué por qué esta entrada se llama 'la escena más pausada de la historia del cine? Debería ser obvio, ¿no? Seguro que tú, mi audaz lector, ya te habrás imaginado por qué esta escena tiene fama de ser la mayor causante de la historia del desgaste del botón de pause. ¿O no?

Más: anteriormente en La fabulosa gallina de goma, Superman según Tarantino

martes, 13 de septiembre de 2016


Y los mayores traidores de la historia son...

Hablemos de los merengues. Sí: esos pastelillos que parecen una perfecta pirámide en espiral hacia el clímax de las papilas gustativas. Que a la vista son nata fresquita y dulzona con graciosa forma para estimular al niño que llevamos dentro. Que se esconden tras las vitrinas de las pastelerías con distintos tamaños y colores para sugerir la felicidad que nos proporcionará al contacto con nuestra lengua. Hablemos de esos puñeteros traidores.

¿Sabéis lo que son? Estoy convencido de que esta mierda solo se la venden a incautos y a pardillos como yo, y a JuanRa que me dijo el otro día que son su postre preferido y estoy realizando una colecta para llevarle al psicólogo por si acaso. Estoy convencido de que la mayoría de consumidores de merengues en su momento se pensaron que era algo de nata fresquito y no cartón apetecible.

Se hacen pasar por blanditos claramente, los muy traidores


El que inventó los merengues, joder, no tengo dudas de que está ahora mismo ardiendo en el infierno. Si es que le llaman ‘El Judas’ de la repostería, seguro. Porque los merengues son sin duda a más alta traición gastronómica, la conspiración para el regicidio de los consumidores, una puñalada en el corazón del buen gusto.

Aparentemente una puntita de nata fresquita de lo más apetecible, incluso sexy –lo admito-,  son en realidad una trampa dura como el carbón dulce. Joder, es que está muy duro si tenemos en cuenta que parecen hechos de nata… ¿quién fue el tarado que los inventó? ¿Y el que permitió su venta al público sin letreros de advertencia? ‘Cuidado: parece nata pero está duro como una roca.’ Que le das un lametazo y te cortas la lengua, por Diox.

Los milhojas, atendedme bien, los milhojas deberían ser de nata por Real Decreto. Una vez me compré un milhojas de merengue y de ahí viene mi odio eterno. Yo se lo señalé a la pastelera con gran alegría e ilusión, y la pastelera debió pensar: ‘¡Ja! Otro pichón.’ Yo lo pagué, y cuando fui a morderlo… joder, ojalá me hubiera mordido la lengua en lugar de ese pastelito. Aún hoy al recordarlo se me caen las lágrimas. Deberían haber declarado ese día como de luto nacional.

No puede ser que un pobre pardillo incauto como yo se compre un milhojas esperando morder y que se le inunde la boca con nata y que resulte estar duro y compacto. Es que menuda decepción. Se me rompió por completo el corazoncito este que tengo que no me cabe en el pecho.

En serio, ¿quién se compra merengues voluntariamente? ¿Es que acaso disfruta de comer esa sustancia que parece hecha de papel lija? Que se lo tiras a un payaso a la cara y le haces una brecha. Joder, es que son muy mentirosos los merengues. No me digáis que por la foto no parecen ultra blanditos, como de nata montada.


¿Y tú? ¿Alguna vez has comido merengue? ¿Sabías de la existencia de semejantes pastelitos mentirosos antes de hoy?

Más: anteriormente en La fabulosa gallina de goma, El manjar de los dioses


lunes, 5 de septiembre de 2016

El chistaco tonto de septiembre.

¡Maldición! ¡Alto! Aunque no lo pretendía, de mis vacaciones he malgastado ya hasta mi último día... ¡Menudo fallo! ¡Ahora me estruja las horas el despertador y me persigue de nuevo el calendario! 

¿Qué tal el veranito? ¿Bien? ¿Todos hemos engordado, nos hemos quemado y hemos procrastinado alegremente hasta no poder más? ¿Sí? ¿Alguien no ha disfrutado como es debido de las vacaciones estivales?

La gente normalmente hace un post de esos ligeritos diciendo 'Hola de nuevo' y contando sus maravillosas vacaciones. Yo no quiero daros envidia , claro, y por eso simplemente os voy a dejar un par de vídeos de mis gatitos, que son quienes más han sufrido mi abundante tiempo libre. Además, si los veis podréis escuchar mi dulce y aterciopelada voz. 


Por mi parte me voy de paseo por la blogosfera, a ver qué tal vuestras casitas virtuales y a pasaros lista. Como alguno lo haya dejado para siempre se va a enterar. ¡JA!


Próximamente prometo alegrar vuestras papilas gustativas con el post más dulce jamás escrito en la blogosfera y, si me animo, con una breve disertación sobre los horrorosos y traidores merengues. 

Más: anteriormente en La fabulosa gallina de goma, La ausencia