domingo, 26 de junio de 2016

¿Que no entro aquí? ¡JA!
Mamá gato nos ha abandonado a nuestra suerte. Que le importamos un bledo ya lo deja claro cada vez que nos da estúpido pienso en lugar de cualquiera de los manjares que saca de la caja del frío, pero es que lo de ahora es para nota: se ha marchado y nos ha dejado a cargo de una tarada que no tiene ni la más mínima noción de cómo tratar a un gato.

Para empezar, pretende que no durmamos en la cama, ¿pero qué se ha creído la loca esta? Luego se extraña de que la muerda la espinilla de madrugada, claro. No nos da las sobras de su comida, con lo que se ha ganado mi más sincera enemistad: 3 días tardé en robarla la comida directamente del plato. Para que aprenda. 

Nada, yo lo tengo claro: mamá gato ya no nos quiere. Voy a ser más subversivo que nunca, voy a convertir la palabra sabotaje en mi religión, voy a ser tormenta que se acerca. Seré tan temible como el Diox nórdico ese al que le pusieron mi nombre... ¡Por Odín!

Mello tiene galaxias en sus ojos

¿Por qué nos castigas con tu ausencia, oh Diox? Algo hemos debido hacer para provocar la ira divina, ¡te prometo que me portaré mejor esta semana pero no te vuelvas a marchar! 

La tristeza me inunda mientras vago por la soledad de la casa en la que nos hemos quedado. Que sí, que mi hermano me cuida y me provee de comida cuando la tarambana esa que ha ocupado nuestra casa no nos alimenta como es debido, pero es la primera vez desde que vivimos que nos abandonan así, algo hemos debido hacer mal.

Por eso la próxima vez que vuelva a casa  no me voy a separar de nuestro Diox: voy a dormir al lado de su cabeza, voy a tumbarme en sus pies mientras come, y voy a ronronearle y a mimarle sin parar para que se dé cuenta de lo que se pierde cada vez que sale por la estúpida puerta de los horrores esa.

Más: anteriormente en La fabulosa gallina de goma, De sol a sol

viernes, 10 de junio de 2016

... de trabajo.

A la izquierda yo, en un retrato hiperrealista que me hicieron hace años.

-Si usted no fuera una persona, ¿con qué animal se identificaría antes, ahora y en el futuro?

-De pequeño yo era un ardilla, sin duda. Era juguetón, totalmente despreocupado y travieso; lo único que me importaba era pasármelo bien. 

-Bien, siga.

-Ahora soy claramente un zorro: he aprendido mucho de la vida y me he vuelto más listo, más astuto y sé buscarme la vida perfectamente. 

-Vale, ¿y en el futuro?

-Yo me veo como un jabalí: más familiar, más listo que la mayoría de animales comunes y con un olfato muy fino que le ayuda a encontrar comida o a evitar depredadores. Además, los jabalíes tienen una cosa muy buena y es que crían y amamantan a los cachorros de otras familias cuando han perdido a su madre. 

-¿Eso de que es más listo que los demás animales es cierto?

-Oh, sí. Se han hecho experimentos y se ha demostrado que son más inteligentes que los perros o los caballos. Y algunas razas también tienen el olfato más fino.

-Me gustan sus respuestas.


¡JA! ¡Que te lo has creído! ¡Zorro resabiado hasta la muerte! Como si cambiar a Jabalí fuera un progreso, no te fastidia. Con una pregunta de animalitos me querías pillar a mí, ¡ni loco! ¡JA! ¡Ahora vuelves a por otra! ¡Chúpate esa, Recursos Humanos! 

Y a vosotros, ¿Os han hecho preguntas raras en las entrevistas de trabajo? ¿Habéis vivido alguna situación extraña?

Más: anteriormente en La Fabulosa Gallina De GomaLa negación

miércoles, 1 de junio de 2016

¿Que vas a devolver el sofá? Pues me muero

Voy a provocar un incendio este fin de semana. Lo he decidido. Pero no uno metafórico como alguien podría estar creyendo, no: uno muy real. Joder, si veis en las noticias que una tienda de muebles ha ardido hasta los cimientos y encima luego ha caído un meteorito en el lugar de los hechos, no lo dudéis: he sido yo. 

Y todo se debe a que estoy durmiendo mal, joder, y esto no es una cosa a la que yo esté acostumbrado. Si yo soy de los que duermen como un bebé, de 8 a 47 horas diarias como mínimo y del tirón. Ni me levanto para ir al baño. Un tronco soy. Tengo la conciencia tranquila y el alma pura, me merezco dormir.

Todo empieza con que me he comprado un sofá. ESE sofá con el que todos soñamos. El definitivo. El insuperable. El que hasta pega su color con el de mi comedor y me hace la cena todos los días. Y además, no ha sido respondiendo a un capricho, sino a una necesidad imperiosa: mi viejo sofá ya necesitaba una jubilación, o cristiana sepultura, o algo, pero el caso es que ya no servía. 

Veréis, yo ODIO patearme 20 tiendas casi iguales en busca del mueble perfecto. Me encantaría enviar a mi mayordomo que además es ebanista, carpintero y experto en divanes cómodos a que me hiciera la dichosa tarea, pero como soy un pelagatos, pues no me quedó más remedio que hacerlo yo mismo. 

¿Te atreverías a devolver mi nueva cama? ¿Y si te hago tripitadas?

Busqué. Y hallé. Y pagué para disgusto de mi Visa, metiéndole un buen sablazo al escueto saldo que me deja mi sueldo de risa. Era tan emocionante... ¡por fin sofá nuevo! Pero negros y metafóricos nubarrones amenazaban mi felicidad, sin yo saberlo. Porque los malditos de la tienda de muebles trajeron a mi casa un sofá que no era. Uno increíblemente más grande, joder, una cría de cachalote hecha madera y tejido sintético aposentada en mi comedor. 

Los de la tienda, admitiendo su error, acordaron venir a buscarlo 2 días después pero me advirtieron de que no podía usarlo y que tenía que estar en perfecto estado. Y yo con dos gatos, la madre que parió a los de la tienda del diablo. Mininos que, dicho sea de paso, se ponen ceñudos ante la mera idea de devolver tan cómodo mueble nuevo. JuanRa, ¿estás detrás de todo?

Procedí a poner en prácticas mi plan de emergencia para estas situaciones: 3 colchas, 3 mantas, una bata, un forro polar, su maleta de piel y su bikini de rayas: total y completamente forrado, los gatos no podrían entretenerse en destrozar el sofá nuevo. Y a esperar a la recogida del dichoso trasto.

Y ahí comenzaron mis problemas de sueño: cada pequeño ruido que escuchaba por la noche me despertaba para levantarme corriendo y comprobar que nada gatuno le estaba ocurriendo al sofá. Estoy comiendo y cenando en la cocina para evitar cualquier riesgo de manchar el sofá por accidente.  Es en lo último que pienso antes de dormirme y lo primero al despertarme. 

Los malditos faltaron a la primera cita concertada para recoger el sofá el sábado pasado. Excusas. Me dieron otra cita. Hoy. Y han vuelto a no venir a recoger el mamotreto de 3 metros que han instalado en mi salón. Que tengo dos gatos y un sofá que no pueden tocar, joder. ¡Que no saben lo que es eso!

Y por eso, o me recogen por cojones el sofá antes del viernes, o no respondo de mí. Y por eso he comprado un bidón con gasoil y un Zippo, la cosa está así

Más: anteriormente en La Fabulosa Gallina De Goma, OMG me he comprado una Arcade