Por eso, cuándo el sábado se nos puso cerca un grupo de gente gritona (debían ser todos hijos e hijas de verduleros) me fue inevitable escuchar su conversación, y os cuento como fue parte de ella:
-Tía, yo creo en los viajes astrales- comentaba una comensal.
-¡Oh! ¡Yo también! ¡Yo también! Ayer mismo me pasó - exclamó otra muy emocionada.
-¿En serio?- preguntó incrédula.
-Sí. Ya decía yo que antes había caminado por estas calles y que había comido en este mismo bar. ¡Y resulta que fue un viaje astral!- explicó muy escandalosamente.
A mí todo me sonó muy falso y sobretodo muy pretencioso, y tras esa demostración de estupidez no pude más que levantarme de un salto y golpearla en la cara con un servilletero grueso de metal, quedándome más a gusto que un arbusto. No pude por menos que escuchar la conversación que estaba teniendo lugar en la mesa de al lado.
¡Hay gente "pa' to'"!
ResponderEliminarNo me ha quedado claro, ¿Al final le pegaste o no? O__O
Es por esta sección que yo empecé a seguirte. La primera vez que entré al blog tenías uno de estos, busqué otros varios y pensé en las historias que me imagino que sucedo cuando esperaba el tren subterráneo. Quise copiarte un poco la idea en mi blog, al final no lo hice, pero me quedó el gusto de leerte.
ResponderEliminarAh!! Jajajaja! Buscaré las otras 4 =D
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