Allá por los años 30, un abogado llamado Paul Otlet publicó sus dos obras más trascendentes sobre un problema que llevaba toda la vida quitándole el sueño: cómo hacer que todo el conocimiento fuera registrado y estuviera disponible para quien lo necesitara y con ello contribuir al enriquecimiento intelectual de la Humanidad.
Para ello se ideó en los años 70 un sencillo sistema: el número ISBN. Para que todo el mundo lo comprenda, el ISBN (International Standard Book Number) es un número que aparece en los libros (generalmente en su colofón, esa página dónde pone dónde y en qué año se publicó entre otras cosas), algo así como su DNI internacional, y es una herramienta de catalogación fundamental para los biblioteconomistas.
¿Y qué es un biblioteconomista? Pues es una persona cuya función es conocer la información, los soportes en los que se presenta, y cómo encontrarla para poder satisfacer las demandas informativas de la sociedad, por supuesto sin fines lucrativos. Habitan normalmente en las bibliotecas, los archivos, y los centros de documentación.
Pues bien, hasta el 23 de diciembre del 2010 el ministerio de cultura era quien se hacía cargo de satisfacer gratuitamente las demandas de nº ISBN para quien quisiera publicar un libro. Desde esa fecha, esta gestión corre a cargo de la Federación del Gremio de Editores de España (FGEE), quienes ya se han encargado de ponerle un precio.
Pero lo que me indigna verdaderamente de este asunto son las declaraciones del director ejecutivo de las FGEE, Antonio María Ávila, quien dice con toda la ignorancia del mundo que el código ISBN nació con un objetivo comercial y no para “mera información bibliográfica”. A este triste personajillo quiero explicarle lo que me enseñaron a mí en la facultad: que la información no es un privilegio, es un derecho que tenemos todos.
Por alguna razón esto ha pasado totalmente desapercibido en nuestro país. A nadie debe haberle parecido importante publicar que ahora si alguien realiza un estudio importantísimo sobre el cáncer y cómo combatirlo, tendrá que pagar para poder poner esa información en curso.
Para más información: http://www.suite101.net/content/la-privatizacion-del-codigo-isbn-a33935
Quiero ser "biblioteconomista" debe ser cosa seria, eh?
ResponderEliminarEs un problema que cosas así sucedan y a la gente no le importe, luego nos quejamos de que todo está mal, o cuando ya las consecuencias de estos hechos nos afectan. Como bien lo dices, la información, (oportuna, veráz y completa) es un derecho.
A decir verdad, por mucho que quiera hacerme el interesante, no llegué a terminar la carrera.
ResponderEliminarHice los 2 primeros años (que tardé 3) y no volví a matricularme para el último año que quedaba.
Y sí, es un problema. No es que conseguir un nº ISBN sea muy caro, pero aún así debería ser gratis.
:)
Llevo desde que hice la bibliografía de mi trabajo de recerca preguntandome que narices era el ISBN, a parte de el numerito que le dan a los libros, ¡Gracias por quitarme la duda del cuerpo!
ResponderEliminarEse señor me parece un soberano idiota, si se me permite insultarle... A él si deberías mandarlo a la horca...
Pagar por conocimientos e información, a quien se le cuente...
Pensé que habías acabado la carrera pero veo que no. Aunque por alguna razón creo que me lo habías dicho...