Aún recuerdo la primera vez que leí “El guardián entre el centeno”. Nunca había leído nada que me identificara tanto, y las emociones que sentí a medida que nadaba entre tus líneas me parecieron tan especiales, que es el único libro en el que tengo páginas marcadas y frases subrayadas.
Podría escribir párrafos y párrafos sobre lo mucho que te admiraba y lo que significabas para mí, pero no lo haré. Él nunca quiso ni la fama ni la admiración.
La primera entrada de mi blog es una cita suya. Aunque no es la mejor, es el pequeño homenaje que me atreví a hacerle cuando empecé a escribir aquí.
Prometo visitar tu tumba, si es que se puede claro. Prometo odiar por ti a todos lo que se lucren con tu muerte.
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Cada vez que te marchas sin dejar un comentario Dios mata un gatito. Piensa en ello.