Hoy en
día ya puede uno ser el mayor experto en una materia, que siempre llegará una
peli de mierda y te dejará a la altura del betún. En serio, puedes haber leído
toda la vida y obra de -por poner un ejemplo al azar- Manuel Machado, haber
leído sus biografías, estudiado su vida desde el punto de vista de sus
conocidos, haber entrevistado a sus descendientes y llevar una camiseta de
fútbol con su nombre, que no faltará el día en que llegue un gilipollas y te lo
ponga en duda. Si amigos, así es.
-“¿Cómo?”- se estarán preguntando en estos momentos. Pues
muy fácil: la macroindustria cinematográfica de Hollywood tiene la fea costumbre
de imponerse sin el más mínimo esfuerzo a la sabiduría y a la cultura.
Por
poner un ejemplo (al azar, claro) de hoy en día: llevas toda tu vida leyendo
sobre vampiros. O sea, el puto Bram Stoker tuvo que inventar una máquina del
tiempo, viajar al futuro (nuestro presente) y entrevistarte, y volverse a su
época para escribir “Drácula”. Puedes ser el mayor experto en el personaje histórico
Vlad Dracul o Vlad el empalador como es más popularmente conocido. Puedes haber
estudiado el origen de la mitología vampírica, tener una tesis en la
universidad de Masachusets, haber sido consultado por Anne Rice, y tener una
plaquita en tu casa firmada por todo el consejo de ministros europeo (si, en minúscula,
no merecéis mi respeto so chorizos) que te acredita como el tipo que más sabe
del tema in the world.
Pero
eso sí, sacan una nueva película de Drácula con el subtítulo –La historia jamás
contada- en donde paren su propia versión basura de la historia, que no faltará
el subsabido amigote que merece dos collejas que te dirá en medio de una
disertación sobre vampiros: “no tío, no tienes ni puta idea, yo LO vi una película y te puedo asegurar que el origen de Drácula es otro, mucho más
dramático y sentimental. Pobrecito”.
Tócate
la polla. La historia jamás contada, y se quedan más anchos que largos. O sea,
no es que lo que tú creías que sabías estaba mal, simplemente es que de esto
todavía no te habías enterado, pero es un descubrimiento casi científico. Un
puto hecho, vamos. Y si no te gusta te chinchas.
Y por
si alguien se lo estaba preguntando, no me gustan los vampiros. Era solo un
ejemplo al azar pero bien aplicable a muchos casos. Lo juro.
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